Parecía un cauce seco de un riachuelo, que supongo, en invierno, no será tal.
El comienzo no estuvo mal, aun no calentaba el sol y era llevadero.
La primera "alarma" fue cuando mi hermano Ignacio (creo que ya le conocéis, es el montañero, caminante, maratoniano, peregrino santiaguero...) nos señaló algo lejano y dijo "allí nos dirigimos"... Umm, pelín lejos ¿no?...
No hay que decir, que el paisaje merece la pena...
Un abrevadero la mar de natural, y muy concurrido
Llenito de renacuajos y todo.
Y más "vacabras" por el camino
A estas alturas, el calor ya se notaba, y mi ritmo iba siendo , digamos, un poco mas suave que el de los demás.
Aquí ya llevábamos subido lo suyo. ¿Veis esas cabañas al fondo? son la de la tercera foto...
Y comencé con mis pequeños descansos. Una que no está entrenada, que le voy a hacer :)
Los hitos daban alegría, y encontramos alguno muy "equilibrado"
Y ya con el sombrero que me tuvo que dejar Ignacio porque a mí se me había olvidado, no se si hubiera podido seguir. A estas alturas de caminata el sol y el calor ya eran de justicia... pero nuestro destino ya estaba mas cerca
Y por fin , y después de otro desnivel rompe-piernas de mucho cuidado, llegamos a la Vega de Ario. Tres horitas y media de nada.
Por cierto, claro queda en la foto quien es el profesional, ¿verdad?. Pues sí, yo con mi palo de avellano de toda la vida, y él con sus bastones con amortigüación y todo, bueno, él y todos con los que coincidimos. Como yo decía, se notaba quién era la rural ;)
Por cierto, justo por ahí abajo va el río Cares
Pero la meta no estaba aquí aún. Nos quedaba el último empujón para llegar al refugio, donde repondríamos fuerzas, descansaríamos y nos quedaríamos tontos viendo el macizo enfrente.
¿Os pensáis que esto acaba aquí? Pues no. Teníamos que regresar.
Así que, continuará :)
Publicado por Alicia Hierro
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